martes, 29 de marzo de 2011

Seguir siendo...

Bueno, pues. Ya tiene mucho más de un año desde que escribí por última vez en este pequeño espacio en el que soy libre de expresar lo que se me pegue la gana.

Mucho han cambiado las cosas desde aquella última vez. Pero bueno, creo que es momento de volver a escribir. ¿Saben cómo está el desmadre? Pues, la neta es que resulta dificil siquiera buscar un tema en especial para platicarles; sin embargo es algo que quiero hacer. Jejejeje...

Creo que el tema en especial podría ser, tal vez, sobre aquellos círculos que me rodean: Familia, Scouts, Conocidos de por ahí y los de la facultad... y estos precísamente son los más interesantes de todos.

Por alguna razón (que tal vez la tenga muy presente) hace casi un año empecé a notar cierta, emm, cómo decirlo, aversión hacia a mi por parte de diversas personas que al menos yo consideraba mis amigos. Hasta hace unos meses las cosas se fueron asentando y me vi sentado un día en la facultad, platicando con varias personas menos con aquellas con las que esperaba compartir. Tendiendo a evitar mis temas o simplemente manteniéndome ahí por cortesía (difícil es tener el carácter para invitar a uno a retirarse) me di cuenta que la falta de contacto que tuve con ellos a raíz de diversos problemas personales que a algunos les confié fue determinante en el trato de mi hacia ellos y viceversa.

Pero bueno, aprendí mucho de esa situación. Antes de mencionar aquella conclusión me gustaría aclarar que no soy alguien que tenga malas intenciones para con ninguna persona. E inclusive creo que a veces eso me perjudica mucho, pero bueno, eso es arena de otro costal.

La conclusión respecto al trato que recibía es sencilla: Con gusto he de servir de corazón a quien quiera que me ofrezca una amistad sincera; sin embargo creo que he aprendido a distinguir a las personas a las que quiero mandar a chingar a su madre. Claro está que como no les importo, ni me importan, nadie se ve afectado.

Y de hecho creo que es un pensamiento que arribó demasiado tarde a mi sistema. ¡Cuántos problemas me hubiera ahorrado! No estoy hablando de un individualismo si no de un quehacer selectivo. Esa mae de dar todo lo de uno a todos es, en mayoría de las veces, algo estúpido.
Al final de cuentas, de las más grandes enseñanzas que he adquirido fuera de las aulas es que dificilmente alguien pueda olvidarse de sus intereses para pensar en los demás.

Tal vez lo último se deba a que, debido a los niveles de desempleo de nuestro país, uno tiene que vigilar por su bienestar y pues, sí, aquellos compañeros de aula servirán para lograr objetivos inmediatos, pero si se presentara la oportunidad de adquirir el puesto de un ex-compañero, ¿no lo tomarían? La verdad lo dudo: desde la misma primaria nos enseñan a aprovechar las oportunidades y pocos se detienen a pensar en las personas que tienen que pisar para ello. Aunque claro, generalizar es equivocarse.

E incluso me he encontrado en mi paso por esta vida con personas que parecieran altruistas pero que sus aspiraciones son egoistas hasta tal punto que es enervante ver o enterarse de cómo manejan situaciones de su inmediatéz de una manera puramente egoista pero que predican la ayuda y el servicio en círculos menos inmediatos y catalogados como "inferiores" o "indefensos" ¿Qué pasa?

Seguramente me equivoque en varios puntos de este escrito que es, por mucho, el más malo que he escrito para mi gusto. Sin embargo, este tipo de conclusiones no las saqué porque esté molesto o decepcionado del mundo y esas madres que pudieran salir en la Señorita Laura. Estas conclusiones han llegado a mi pequeño cerebruto a raíz de una serie de experiencias que he venido viviendo en los últimos 18 meses más o menos.

Creo que he cambiado, poco me dejo ya y realmente me gusta ser así. Para estas fechas del 2011, he modificado varios criterios respecto a las personas que, si bien me hacen parecer un cabroncillo de mierda, también me hacen llevar una vida tranquila. Aunque, jeje, claramente nadie me puede echar la culpa de que no intenté lo contrario alguna vez.

Aclarando que no lo escribí para alguien en particular, estaría interesante hacer la pregunta:
¿A quién le habrá quedado el saco?

-Soy el que nunca mira, soy el que nunca escucha. Siempre estoy detrás de lo que ves. Soy el que vive entre las sombras, te equivocarás si me nombras, siempre me confunden. Yo nunca fui un ganador, el señor interventor no estaba para validar mi triunfo.
Así estoy mejor: ese sin renombre. Sólo soy ese hombre que se espera a que empiece la función para ser alguien más que yo, sin nada que perder. Un día lo perdí todo y lo recuperé podría volver a hacerlo una y otra vez con tal de seguir siendo... con tal de seguir siendo... YO.-
Café Tacvba